Es muy
posible que en algún momento de nuestras vidas un poco de descuido haya
originado algo de desorden, el cual, a su vez, haya podido ocasionar la pérdida
de algún objeto, documento o hacernos olvidar una llamada importante.
Durante la adolescencia o incluso durante
nuestros años universitarios, nuestro desorden quizás no nos haya causado
problemas, pero en el trabajo puede llegar a convertirse en un hábito dañino y
es necesario que sea corregido cuanto antes para evitar consecuencias lamentables
que podrían devenir en el despido.
Para corregirlo, hemos planteado algunas
sugerencias que probablemente cada persona maneje a su manera, pero que hasta
ahora nos han dado excelentes resultados.